Dar al-Horra, la historia de una casa noble
La propiedad se encuentra en el histórico barrio del Albaicín granadino y es un exquisito ejemplo de la arquitectura doméstica andalusí de época nazarí, la última etapa de la cultura hispano-árabe.
Al abrigo de las murallas que cercaban la Alcazaba Antigua (Qasaba Qadima) que edificó en el siglo XI el rey de la Taifa Zirí, Badis, se construyó el palacio de Dar al-Horra, muy probablemente sobre los mismos cimientos de su alcázar. La destrucción que sufrió esta fortaleza militar fue total, y su solar estuvo ocupado hasta el siglo XV por una gran huerto conocida como “huerta alta de la Alcazaba Antigua” (al-yanna al-‘ulya min al-Qaşaba al-Qadima).
La casa, tal y como la conocemos hoy, era parte de una finca de gran extensión que producía diferentes productos agrícolas, principalmente hortalizas y frutales, gracias al abastecimiento del agua procedente de la acequia de Aynadamar que también alimentaba al vecino Aljibe del Rey. El palacio conserva en la actualidad un pequeño huerto por donde discurría la acequia que lo regaba, y de la que todavía se conservan restos de su encauzamiento.
El jardín era uno de los espacios más importantes en la residencias andalusíes. Era un lugar para el deleite y el reposo, pero también servía para el aprovisionamiento de frutas, verduras y plantas para distinto uso (culinario, medicinal y ornamental). Muchas de estas siguen siendo protagonistas principales en el jardín andaluz, como el mirto, el jazmín o el naranjo, cuya floración produce un intenso aroma.
En la imagen de la derecha vemos un prototipo del huerto-jardín andalusí. En este palacio nazarí se cultivaban tanto plantas aromáticas ornamentales, medicinales como las que se usaban para cocinar, así como árboles frutales. En este caso, el jardín se podía regar gracias a la acequia (en primer plano) que se alimentaba del cercano Aljibe del Rey así como de un pozo que se aprecia en segundo término.
La propiedad está ubicada en la parte más alta de la colina del Albaicín, desde un punto que abarca en 360 grados todos los caminos que llegaban a Granada: desde la zona norte, donde el actual Guadix, Wadi As, era considerada la antesala de la capital nazarí, y uno de los caminos por los que se arribaba también desde el famoso puerto de Almería, y por la costa granadina. Hoy día puede verse desde su mirador, por ejemplo, el castillo de la localidad de Moclín, que era un importante puesto fronterizo, dada la situación de emergencia defensiva tras el avance de los ejércitos cristianos.
El rey Muhammad X lo vendió a su hija Aixa, futura esposa del rey Muley Hacén. Cuando Muley Hacén, padre de Boabdil, la rechazó para casarse con la esclava cristiana Isabel de Solís –convertida al Islam como Soraya– Aixa dejó los palacios de la Alhambra para mudarse a vivir aquí. Situada en un punto desde el que se abarcaba el conjunto de la Alhambra, sus torres y palacios, la casa de Aixa se convierte en un punto de vigilancia desde donde podían seguirse los movimientos de la corte, si las antorchas no se apagan durante toda la noche, ya podía intuirse que la larga duración de las sesiones respondían a la magnitud del problema. Esto propiciaba las intrigas entre estos palacios de por sí enfrentados, en sentido literal.
Tras la Conquista de Granada, la finca fue adquirida por Hernando de Zafra, secretario de la reina Isabel la Católica, quien a principios del siglo XVI funda en esta mansión nazarí un convento de religiosas franciscanas clarisas, que llevó el nombre de Santa Isabel la Real en honor suyo.
Pórtico del ala norte en la actualidad
La arquitectura de este espacio es netamente nazarí. La intimidad de los espacio domésticos se estaba asegurada al preservaba mediante el uso de celosías en ventanas y miradores, que permitían ver el exterior sin ser vistos.
Apenas habían pasado 12 años de la conquista de Granada, cuando la reina Isabel construyó el primer convento cenobio femenino de Granada que, según la primera cédula fundacional, debía de haberse construido en la Alhambra. En 1504 hubo de emitirse una nueva Cédula Real, para que el convento pudiera ubicarse finalmente en el lugar donde se encuentra en la actualidad. Se desconocen las razones por las que el convento se construiría finalmente en la propiedad del secretario de la reina Hernando de Zafra.
Cuando en 1835 se lleva a cabo la desamortización de Mendizábal, el convento fue el único al que no sólo no le afectó, sino que su patrimonio se ve aumentado con los bienes que otros conventos les transfirieron cuando la desamortización se llevó a cabo.
La parte del extremo norte del convento se mantuvo prácticamente intacta, pero más tarde gran parte del palacio se demolió para ser ampliado y darle una mayor altura que pudiera ubicar la capilla del convento. A continuación se levantaron sendas plantas laterales en el este y el oeste y en los otros lados se construyeron entreplantas. Para la construcción de una de estas entreplantas se tuvieron que destruir el pórtico y la sala baja del norte, mientras que en la entreplanta recrearon unos arcos ciegos de herradura apuntada sin apenas rigor histórico (fig. 1). Del mismo modo, se redujeron las dimensiones originales de los amplios salones para lograr así un mayor número de estancias de menor tamaño.
(fig. 1). Portico y sala baja del ala norte antes de su intervención. ©Archivo del Patronato de la Alhambra y Generalife.
(fig. 3). Vista del ala sur antes de su intervención. ©Archivo del Patronato de la Alhambra y Generalife.
En 1931 el arquitecto conservador de la Alhambra, Leopoldo Torrés Balbás, inició los trabajos de restauración de la casa, una vez que el conjunto fue adquirido por el Estado, intentando acercarse lo más posible a su fisionomía original.
En la imagen 2 puede apreciarse el estado en el que se encontraba el conjunto. Algunos edificios anexos se tuvieron que adquirir a posteriori, ya que constituían una parte elemental de la vivienda original. Nos referimos a la parte oeste, adonde se habían anexado una serie de módulos que se encontraban en un estado de ruina total y donde Torrés Balbás descubrió que se encontraba el acceso original de la casa. Sus grandes conocimientos en restauración de arquitectura islámica le permitieron la identificación en este espacio de una amplia sala del siglo XVI.
La propuesta que hizo para la restauración de Dar al-Horra la dividió en dos fases principales:
En una primera fase delimitó la casa con respecto al espacio que ocupaba el convento, y abrió un acceso desde la calle que hizo necesaria la demolición de obras de clara factura moderna. También consolidó la parte nazarí procediendo a limpiar e identificar los muros para determinar sus partes más antiguas.
Las técnicas científicas utilizadas ya demuestran la modernidad de los métodos empleados. De igual modo, se procedió a la excavación de todo el perímetro que había adquirido el Estado. Como resultado de esta intervención se halló un amplio recinto amurallado de unos 5 metros cuadrados en la mitad occidental del patio y la crujía de éste, que estaba conectado con la alberca primitiva, lo que según la investigación de Antonio Orihuela (CSIC), puede suponerse que correspondiera al aljibe.
En una segunda fase, que según todos los indicios cabe adjudicar también al arquitecto conservador de la Alhambra, se planteaba la total remodelación de la parte oeste, para así dejar la casa-palacio totalmente exenta. Esto implicaba su total demolición, a excepción de una edificación que incluía una armadura del siglo XVI.
En los planos que se trazaron para la intervención en esta segunda fase, puede verse por vez primera la armadura de la capilla situada en la sala meridional.
(fig. 2). Fachada norte del patio. ©Archivo del Patronato de la Alhambra y Generalife.
El arquitecto que sucedió a Torres Balbás en los trabajos de recuperación de Dar al-Horra fue Francisco Prieto-Moreno, quien tras la interrupción de los mismos a causa de la Guerra Civil, optó por aprovechar los fondos destinados a trabajos urgentes, acometiendo de nuevo las obras en 1941. La principal actuación tuvo lugar en el jardín occidental, por donde se accede a la casa desde la calle, y la construcción de la casa del guarda en el lado norte del citado jardín. Esto supuso la destrucción, finalmente, del lado norte de la edificación que fue identificada por Torres-Balbás, que incluía una armadura octogonal del siglo XVI.
Los sucesivos proyectos de restauración se centraron en el interior, tales como la pavimentación de la nave sur, o la reubicación y redimensionamiento de la alberca, para lo que se siguió el modelo de la Casa de Zafra. En los años 1959, 1965, 1968 y 1979, Gómez-Moreno lleva a cabo en distintos proyectos de conservación y reparación, en los que se utiliza la base de mortero de cemento para el revestimiento de los paramentos.
Los trabajos de restauración continúan llevándose a cabo, dentro del amplio proyecto de restauración acometido por la Junta de Andalucía, desde el traspaso de competencias del Ministerio de Cultura de 1984.
Vista parcial del patio del Palacio de la Dar al-Horra.
En la actualidad, Dar al-Horra acoge una exposición permanente, organizada por la Fundación El legado andalusí, bajo el título La Ciencia en al-Andalus. Presenta el avance científico, que gracias a los estudiosos árabes trascendió desde las culturas antiguas hasta la Europa Medieval gracias a una labor de conjunto entre los eruditos andalusíes.
Al-Andalus constituyó el gran centro difusor del saber, y patria de las más importantes gestas en materia médica, astronómica, geográfica, agrícola… en fin de todas las disciplinas de las que se ha nutrido después la ciencia moderna. Musulmanes, judíos y cristianos, gentes dedicadas al saber, trabajaron en un corpus científico sobre el que aplicaron sus investigaciones, ampliaron y glosaron para su difusión por todo el entonces mundo conocido.
Por Ana M. Carreño Leyva. Fundación Pública Andaluza El legado andalusí.
Bibliografía:
TORRES-BALBÁS, LEOPOLDO. “Proyecto de obras de reparación del Palacio de Dar al-Horra”. Memoria 1930. P 1-6 A.G.A, 13178-10
PRIETO-MORENO PARDO, Francisco. “Proyecto de restauración del Palacio del Dar al-Horra”, 1942. Ministerio de Cultura, Archivo Central, c.71.091
ORIHUELA UZAL, Antonio. Casas y Palacios Nazaríes. Siglos XIII –XV. El legado andalusí. 1996.