
La ciudadela de la Alhambra y el inseparable vergel del Generalife (el palacio de verano de los reyes nazaríes) son testigos mudos del cambio de civilizaciones, perennes vigías sobre la ciudad de Granada.
Centros de poder de un reino de 28.000 kilómetros cuadrados (Granada, Málaga y Almería), estos estratégicos enclaves fueron adjudicados por los Reyes Católicos, tras la conquista de 1492, a sendos alcaides o gobernadores cuyo poder militar y jurídico les convertía en una suerte de virreyes del nuevo poder cristiano.
Estas dinastías nobles estuvieron encabezadas, por un lado, por el marqués de Mondéjar, don Íñigo López de Mendoza, que gobernó la Alhambra y, por otro, andando el tiempo, por el marqués de Campotéjar, a cargo del territorio del Generalife.
Estas familias nobles que quedaron al mando de estas propiedades durante los siglos posteriores a la dominación musulmana recibieron también las “espadas del rey Boabdil”. Se trata de alrededor de una docena de espadas del tipo “jineta”, verdaderas joyas del arte hispano musulmán.
Los de Mondéjar y los de Campotéjar se convirtieron de este modo en algo así como unos “marqueses-reyes” en ambos recintos. Ambos marqueses, de Mondéjar y de Campotéjar, pertenecían a linajes de bien distinta procedencia. Su poder, en virtud de los privilegios reconocidos por los reyes españoles a lo largo de los siglos, era absoluto (político, económico y judicial) dentro de los dominios de la Alhambra y del Generalife. Como símbolo del poder que detentaban, cada uno de los marqueses que heredó tan maravillosos palacios recibió una de las “espadas de Boabdil”, verdaderas joyas realizadas más para el boato que para el combate.
Los Mendoza, marqueses de Mondéjar, alcaides de la Alhambra
Los marqueses de Mondéjar, descendientes del linaje de los Mendoza, eran castellanos viejos, originarios de Álava, donde había nacido Íñigo López de Mendoza, el primer alcaide de la Alhambra. Este linaje ocupó la alcaldía de la Alhambra hasta que en el siglo XVIII la corona canceló sus derechos hereditarios y solicitó la devolución de las posesiones. La espada que simbolizó el poder granadino de esta familia quedó en propiedad de alguna rama de los Mendoza hasta los años cuarenta del siglo XX, época en que fue finalmente donada al museo de San Telmo, situado cerca de la playa donostiarra de La Concha, en San Sebastián. Según la información proporcionada por la historiadora del museo, Arantxa Barandiarán, sabemos que la donación fue efectuada en 1941 por Blanca Porcel y Guirior, marquesa de San Millán y de Villalegre y baronesa de Sagarrén.
Permaneció oculta durante varios años hasta que en febrero de 1982 se decidió construirle una vitrina ex profeso para exhibirla en las salas de pintura del Museo de San Telmo, donde actualmente se encuentra, siendo la única pieza de la colección de armería expuesta en este museo.
El linaje de los Mendoza ha sido dueño durante siglos de una de las dos espadas llamadas “de Boabdil”. La pieza es realmente hermosa. Mide 94,3 centímetros de largo, realizada en plata y aderezada con esmaltes, marfil y plata. Muestra dos cabezas que descienden hasta cubrir el inicio de los filos de la empuñadura, enriquecida con arabescos a base de esmaltes y filigranas. En el brocal luce el escudo nazarí, siendo la única de todas las jinetas atribuidas a Boabdil que posee este escudo. Fue restaurada en el Museo del Ejército de Madrid en 1977 y ha sido expuesta en el palacio del Infantado de Guadalajara y, en agosto de 2005, en la exposición conmemorativa del IV Centenario de la publicación del Quijote.
El estoque, según la autorizada opinión del arabista don Basilio Pavón Maldonado, es obra granadina del siglo XV. Es curioso observar que dentro de los estoques granadinos que se conservan de esta época, es este el que tiene más semejanza con el que pintó El Greco en su cuadro El Martirio de San Mauricio, que se conserva en El Escorial.
Los Granada Venegas, marqueses de Campotéjar, alcaides del Generalife
Si los Mendoza, marqueses de Mondéjar, gobernaron la Alhambra, el otro palacio granadino, el Generalife, tuvo como alcaides a otro linaje bien distinto: los Granada Venegas, una familia que ocultaba tras su apellido ‘Granada’ su condición de musulmanes conversos. No eran sin embargo unos moriscos conversos más ̶ la familia ‘Granada’ eran de sangre real ̶ , ya que descendían directamente del rey Yusuf IV.
Los al-Nayar fueron conocidos como los infantes de Almería. Uno de sus miembros, Cidi Hiayya al-Nayar, se convirtió a la fe de Cristo cuando comprendió que era inevitable la victoria cristiana (fue bautizado una vez rendida la ciudad de Baza y sus padrinos fueron los propios Reyes Católicos). Al recibir el bautismo adoptó el nombre de Pedro Granada. Sus descendientes, que serían conocidos como los Granada-Venegas, alcanzarían la nobleza al haber recibido el título de marqueses de Campotéjar y serían nombrados alcaides del Generalife, que fue propiedad privada hasta el siglo XX. La Casa de los Tiros, un caserón noble granadino, fue otra de las dos grandes posesiones granadinas de esta familia con antepasados nazaríes.
Una de las espadas de las que venimos hablando, las que son llamadas “espadas de Boabdil”, permaneció en poder de esta familia descendiente de los reyes de Granada. Esta espada jineta, de hermosa y rica factura, ha sido localizada recientemente en un palacio que la rama italiana de la familia Granada-Venegas tiene en Génova. Pero no está expuesta al público. Es más, el palacio es privado y no está permitida la entrada.
La familia mantuvo siempre en su escudo el lema wa-la galiba illa Allah (“Sólo Dios es vencedor”), que es el lema escrito en las paredes de la Alhambra. También mantuvieron en su poder la “espada de Boabdil” (realmente es la de Yusuf IV, como ya hemos dicho), la que los Reyes Católicos entregaron al alcaide del Generalife, y que pasó de mano en mano, de siglo en siglo, por cada uno de los 17 marqueses de Campotéjar −descendientes todos de Yusuf IV, de los al-Nayar, de los Granada-Venegas− entre los años 1643 y 1921. Esta bella espada presidía la sala noble de la Casa de los Tiros, pero desde 1921 nadie tuvo noticia de su paradero.
La espada, que fue símbolo del poder del marqués de Campotéjar (último descendiente, como se ve, de la familia real nazarí en suelo español), interesó vivamente a estudiosos como José Miguel Castillo Higueras. En los años ochenta del pasado siglo indagó sobre su paradero y llegó a valorar la posibilidad de que estuviera en Roma, cedida por alguno de los marqueses de Campotéjar a la Santa Sede. Pero allí no estaba. Sin embargo, quien sí ha visto la rica espada expuesta dentro de una hornacina en aquel palacio genovés es la historiadora Adela Fábregas, quien pudo apreciar su belleza en los salones del palacio Durazzo-Pallavicini mientras realizaba una investigación en Génova.
La espada de Boabdil está localizada, aunque nadie puede consultarla o apreciar su belleza. En Granada poco queda de este vínculo entre el Generalife y sus propietarios genoveses. Aún hoy, a pesar de los cambios que ha experimentado el palacio del Generalife, se puede contemplar, sobre el dintel de la Puerta de los Leones, el escudo de la familia Granada-Venegas (cinco granadas) cruzado con las armas de los Durazzo-Pallavicini. La esposa del 17º y último marqués italiano de Campotéjar, la marquesa Matilde Giustiniani, coordinó el desalojo del palacio granadino y la Casa de los Tiros, casa solariega de los Granada-Venegas durante siglos.Entre los enseres que retiró y llevó a Génova está la espada de Yusuf IV que permanecía en una urna de madera en la Casa de los Tiros.
Las magníficas espadas denominadas jinetas o ginetas −que en los siglos XVI y XVII se llamaban también espadas moriscas y se usaban en los ejercicios de caballería, tan propios de aquellas épocas− son la herencia más directa, clara y rica de la panoplia hispanoárabe. El origen de su nombre hay que buscarlo según la Crónica de Alfonso X, en la tribu berberisca de los Benimerines, conocidos también como Zenetes, quienes entraron en la península en el siglo XIII para ayudar a Muhammad I de Granada en su combate contra los ejércitos cristianos.
Estos trajeron una nueva forma de combatir a caballo, a la jineta, cuyas características principales eran los estribos cortos, el armamento ligero y la rapidez de movimientos. Además de ello trajeron este tipo de arma de menor peso y longitud y de la misma anchura que la espada cristiana de la época. Los brazos del arriaz se inclinan hacia la hoja hasta colocarse paralelos al filo de esta, y suelen adoptar formas de animales. El puño es estrecho y el pomo esférico, a veces achatado.
Toda la guarnición y la vaina, en caso de conservarlas se encuentran profusamente decoradas. Debido a la belleza de su ornamentación y a lo escaso de su número, (alrededor de la decena), son estimadas y admiradas tanto por el profano del arte y la historia, como por el estudioso de la armería antigua.
Algunas de ellas se encuentran fuera de España. En España son tres los museos que las albergan: el Museo del Ejército (con dos ejemplares), el Museo Arqueológico Nacional y el Museo de San Telmo en San Sebastián. El Museo de Kassel (Alemania), el Museo Metropolitano de Nueva York y la Biblioteca Nacional de París conservan ejemplares de jinetas.
César de Requesens Moll
Periodista y escritor

La espada jineta más famosa

De todas estas espadas que se atribuyen al último rey nazarí, Boabdil El Chico, existe un ejemplar de empuñadura dorada que se exhibe en el Museo del Ejército de Madrid. Esta espada jineta se expone junto al estoque real que perteneció al rey de los granadinos, junto con una marlota (tipo de túnica) de terciopelo carmesí con adornos de oro, un par de babuchas de cuidada factura y las polainas del monarca del trono de Alhamar, Muhammad I.
En 1483, durante la batalla de Lucena, la espada, junto al resto de los objetos del ajuar personal de Boabdil, fueron arrebatados por Diego Fernández de Córdoba, cuyos herederos mantuvieron en su poder hasta que en 1904 fueron donados al Museo del Ejército de Madrid.

Marlota de Boabdil perteneciente al Museo del Ejército (Madrid), que formó parte de la exposición “Arte y Culturas de al-Andalus. El poder de la Alhambra”, celebrada en el 2013-2014. La muestra fue co-organizada por la Fundación Pública Andaluza El legado andalusí y el Patronato de la Alhambra y Generalife, y que contó además con la colaboración de otras instituciones, entidades y expertos en la historia de este monumento universal.
